Un narrador de silencios



Luis A. Magdaleno, vecino de Berango y apasionado de la escritura, publica su primer libro.
Aborda traumas infantiles gracias a su experiencia como terapeuta en la asociación Garaitza.

Domingo, 8 de Enero de 2017

Carlos Zárate

BERANGO - “Un proceso terapéutico, un camino. Desde el silencio, atravesando el trauma de un abuso sexual en la infancia”. Así describe Luis Alfonso Magdaleno Rodríguez, de 42 años y residente en Berango desde hace dos, el libro que acaba de publicar titulado Mi nombre era Silencio. Se trata de una obra que ofrece la visión de lo que supone un proceso íntegro de superación de un trauma generado en la infancia. Luis Alfonso aborda espinosos asuntos gracias a su experiencia como terapeuta de la asociación para el Tratamiento del Abuso y el Maltrato en la Infancia, Garaitza.

A través de un personaje ficticio relata el duro trayecto que atraviesan las personas maltratadas o que han sido víctimas de abusos sexuales. Su tenebrosa lucha hacia la liberación conforma la trama. “El intercambio de información durante las terapias es tan elevado y tan importante que me surgieron un montón de ideas, centradas en esa relación entre terapeuta y paciente. Además, el libro es una herramienta para ayudar a comprender el trabajo de la asociación a las personas que acuden por primera vez. Es un relato muy emocional e incluso, según algunos, hasta duro”, explica el autor, que ha visto cómo sus más de tres años en la asociación bilbaína le han cambiado. “Me ha transformado profundamente como persona. Quizás antes tenía únicamente en cuenta mi opinión y era un punto más egoísta. Ahora empatizo más”, sostiene este operario industrial de profesión pero apasionado de la escritura desde niño.

Hace unos años, a raíz de su pasión por la teoría de la Gestalt, se adentró en el mundo de la psicología, cuyos estudios compatibiliza actualmente con su trabajo en Ermua y su voluntariado en la asociación Garaitza. “Hay días que llego a casa muy tarde por la noche después de las terapias y al día siguiente me levanto a las 04.30 horas para ir a trabajar. Realmente es duro pero me compensa”, señala.

No hay mayor satisfacción para él, según describe, que ayudar a otras personas a romper ese silencio que impregna el ambiente cuando alguien busca ayuda por primera vez en la asociación. “El título de la obra está relacionado con esa dificultad para encontrar palabras ante lo sucedido. Ese silencio que se sitúa en medio de una conversación cuando una persona no quiere hablar. Esos pensamientos que se suceden por su cabeza una y otra vez”, subraya.

TABÚ 

A pesar de que hoy en día se suceden las denuncias públicas por abusos infantiles, aún sigue siendo un tema tabú para mucha gente. “Casi el 90% de las personas que lo ha sufrido no se lo ha contado a nadie. Cuando vienen a la asociación y hablan por primera vez, su reacción suele ser la de no sentirse juzgados”, explica. Asimismo, también destaca el cambio físico que se produce en las personas una vez superan el proceso, que puede llegar a durar hasta dos años. “Se aprecia un cambio en sus rostros e incluso cambia su forma de vestir”, apunta. “La culpa deja de ser culpa”, agrega.

No obstante, este proceso, nada sencillo, supone también una gran carga para los terapeutas. “En mi caso, sobre todo al principio, vuelcan su ira y frustración conmigo porque casi el 90% de las personas que van a la asociación son mujeres”, detalla. En concreto, recuerda un caso que fue extremadamente delicado. “Era una chica cuyo maltratador se llamaba Luis, igual que yo. Fue difícil pero después de un tiempo consiguió mirarme a la cara”, rememora. Sin duda, historias complicadas como las que narra en su libro, que ha sido autoeditado. “Las editoriales decían que no encajaba dentro su línea editorial”, indica. Ahora, está a la venta por internet y en la librería Aiboa de Getxo.

Fuente: Deia.